A medida que profundizamos en los matices del fútbol profesional, surge la pregunta «¿partido en casa o partido fuera? ¿Cuál es más difícil?». Siempre ocupa el primer plano de las conversaciones entre jugadores y entrenadores. Y la respuesta aquí nunca estará clara, porque todo se reduce a la psicología, la atmósfera y los pequeños detalles que sólo se pueden ver desde dentro. En su propio campo, un jugador sin duda se siente más cerca de sí mismo: vestuarios familiares, césped favorito, cada línea del campo es como otro hilo auxiliar en todo el lienzo del juego. Lo más importante es el apoyo de la grada. El apoyo local a veces suma mucha energía, saca a relucir puntos fuertes que ni siquiera sospechabas y cualquier buen momento en el campo une al equipo y eleva la confianza al máximo. Sin embargo, junto con esto viene otra presión en el campo local: la expectativa. Sus cabezas están llenas de pensamientos sobre la inadmisibilidad de los errores, porque cada silbido, cada emoción de los espectadores llega a los huesos. Por eso, en ocasiones la carga de la propia responsabilidad en el hogar puede incluso llegar a ser un obstáculo, obligándonos a jugar con más cautela de la que nos gustaría.
Los partidos fuera de casa son un desafío completamente diferente. A menudo se trata de un largo viaje, cambios de régimen, un hotel desconocido, un campo con una estructura diferente, unas gradas poco amigables o incluso un ambiente hostil. Lejos de casa el equipo se comporta de otra manera, parece que os apoyáis aún más los unos a los otros, porque siempre sentís que aquí hay que conseguir todo a pesar de las dificultades. En tales condiciones, el carácter se templa y es aquí donde nacen los verdaderos líderes, para quienes los “muros ajenos” son una motivación más para demostrar su fuerza. Además, hay una ventaja: hay menos presión sobre los hombros y, gracias a esto, los jugadores a menudo tienen el coraje de jugar más relajados fuera de casa, sin miedo a decepcionar a sus compañeros de equipo.
Por lo tanto, “dónde es más difícil”: cada jugador tiene su propia respuesta, pero para un verdadero profesional, cada partido, independientemente de la ubicación, es un espacio separado para luchar consigo mismo, interactuar en equipo y poner a prueba el propio carácter. Al final, es más difícil allí donde aún no has aprendido a superar tus propias barreras internas, que allí donde hay ruido o silencio en las gradas. Esto es lo que distingue a un futbolista experimentado: jugar con autenticidad siempre y en cualquier lugar, sin importar si se trata de su estadio local o visitante.