Los árbitros en el fútbol son más que simples «árbitros» que supervisan el cumplimiento de las reglas. Su influencia en la dinámica del juego se siente desde el principio hasta el pitido final, y un buen árbitro siempre permanece invisible, aunque es él quien marca el ritmo de todo el partido. Desde mi experiencia, puedo decir que los mejores árbitros son aquellos cuya presencia es casi invisible, pero cada jugador lo sabe: el orden en el campo está bajo control y todas las decisiones son justas, rápidas y consistentes.
La dinámica del juego depende en gran medida de cómo el árbitro interpreta las peleas de contacto, de cuánto permite jugar duro o de si detiene el partido por cada pequeña pelea. Un árbitro, por ejemplo, prefiere un ritmo rápido, deja que los equipos jueguen «al fútbol», rara vez interfiere en el juego y esto hace que el partido sea espectacular, lleno de ataques y momentos. Otro puede empezar a repartir tarjetas desde los primeros minutos, a menudo silbando incluso cuando la lucha está completamente dentro de las reglas: en este caso, el partido pierde impulso, los jugadores se encierran en sí mismos, con miedo de entrar de nuevo en el proceso de selección.
Vale la pena mencionar por separado el impacto emocional. Un buen árbitro sabe cómo suavizar los conflictos, hablar con los jugadores (no sólo castigarlos, sino explicarles) y tener autoridad a través de la calma y la confianza. También está el factor humano: si el árbitro empieza a ponerse nervioso, a dudar o a perder el control, inmediatamente se siente tensión en el campo. En esos momentos, los equipos pueden jugar más agresivamente, recurrir más al arbitraje y todo eso reduce seriamente la calidad del fútbol.
Ahora, con el desarrollo del VAR, el árbitro se ha convertido en una parte aún más importante de la dinámica: las decisiones ahora se revisan y las pausas pueden romper el ritmo del partido. Pero también aquí todo depende de la personalidad del árbitro: ¿logrará mantener la coherencia del juego, seguir siendo esa figura inquebrantable para los equipos que no obstaculiza, sino que ayuda a que el fútbol se desarrolle?
En última instancia, el árbitro es el que separa el orden y la libertad en el campo, una persona cuya confianza y estilo de arbitraje determinan el nervio, la velocidad y el carácter del juego. Es gracias a la sabiduría y experiencia de los buenos árbitros que el fútbol puede ser justo, espectacular y auténtico hasta el pitido final.